Una utopía periodística

Por PUNO ARDILA

Umberto Eco dijo que las redes sociales habían dado voz a los imbéciles, limitados antes a conversaciones en bares o reuniones informales. Pero esta afirmación ya pasó a otro nivel frente a la realidad en medios formales, y no solo en redes sociales.

¿Qué hacer, entonces, para lograr —por un lado— una posición objetiva y ética del periodismo frente al manejo de la información y —por otro lado— un discurso argumentado y no falaz frente al manejo de la opinión?

Realmente, es un desafío complejo que requiere mirarse desde varias aristas, comenzando porque la relación entre los medios de comunicación y el poder político siempre ha sido tensa, y, en un contexto polarizado como el actual, se vuelve aún más crucial garantizar la independencia y la veracidad de la información. Por otra parte, la concentración de la propiedad en unos pocos grupos económicos que controlan gran parte de los medios de comunicación limita la diversidad de voces; y la desinformación y la proliferación de noticias falsas, sumadas a la polarización política, dificulta la tarea de los periodistas. Incluyamos, además, la violencia contra los periodistas, que enfrentan riesgos significativos, con amenazas, agresiones y asesinatos.

Hay que empezar por decir que, desde el gobierno, debe existir claramente respeto a la libertad de prensa; respeto y garantía de esa libertad de prensa, y evitar cualquier tipo de censura o intimidación; debe haber acceso pleno a la información pública y garantías de que los periodistas puedan investigar y reportar de manera efectiva, además de canales de comunicación abiertos y transparentes con los medios.

Pero también hay que fortalecer la formación periodística con base en ética, verificación de datos y fuentes confiables. Los medios deben garantizar la autonomía de sus periodistas para investigar y reportar sin injerencias políticas o económicas; deben ofrecer una amplia variedad de perspectivas y opiniones; evitar la polarización y el sesgo ideológico y demostrar transparencia en cuanto a sus fuentes de financiamiento y posibles conflictos de interés.

Es fundamental contar con un marco legal que proteja la libertad de prensa y garantice el acceso a la información, y crear mecanismos de autorregulación dentro de la industria periodística, que pueden ayudar a mantener los estándares de calidad. También, educar a los ciudadanos, para que puedan evaluar críticamente la información y distinguir entre hechos y opiniones, y apoyar a los medios independientes y comunitarios, que suelen ser más críticos y diversos.

Lograr todo esto es un desafío tenaz, pero es clave para fortalecer una verdadera democracia; y garantizar el derecho a la información supone todo un proceso, gradual y constante, que necesita de todos: periodistas, medios de comunicación, gobierno, sociedad civil y academia. Pero, como está planteado arriba, es solo eso: una utopía.

@PunoArdila

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