Por GERMÁN AYALA OSORIO
Convertidos varios medios de comunicación privados en actores políticos de oposición al gobierno de Gustavo Petro, urge que el Congreso trabaje en la redacción de una ley no para ponerle límites al ejercicio periodístico, sino para que las audiencias tengan acceso a análisis críticos de la labor informativa de carácter masivo. Por lo anterior, en esta columna propongo la creación de la cátedra Análisis Crítico de Medios.
Así como se dio vida a la Cátedra de Paz (Ley 1732 de 2014), el país necesita una Cátedra que eduque a las audiencias a consumir noticias, a entender las lógicas y las narrativas periodístico-noticiosas de las empresas mediáticas. En colegios y universidades poco o nada se analizan los tratamientos periodístico-noticiosos que a diario hacen ciertas empresas mediáticas con claros intereses económicos y políticos. Justamente, por defender intereses corporativos, editores, periodistas y presentadoras apelan a la mentira, a la descontextualización de discursos y a la magnificación de hechos y decisiones de política económica que no se compadecen con las narrativas que les entregan a las audiencias.
Cada vez más las emisiones de los noticieros de televisión responden a la teatralización de los hechos que de manera caprichosa fueron elevados al estatus de noticia. Hay noticias que se narran con música incidental, para influir desde lo dramático en las audiencias. Al final, se logra que estas conecten con los sentimientos que evoca la melodía escogida, con la dureza de las imágenes. Para la muestra un botón: en su momento, el atentado terrorista que las Farc-Ep perpetraron contra el club El Nogal se presentó con música incidental, lo cual contribuyó a la consolidación de la narrativa de los guerreristas que contaban con el apoyo de la política de seguridad democrática de esos días. A ese ejemplo se suma lo acontecido con la campaña del No, para el plebiscito por la paz. Muchos medios de comunicación se prestaron para mentirles a las audiencias con los cuentos bobos del rayo homosexualizador y el castrochavismo.
Dado que hay empresas periodísticas empeñadas en consolidar golpes de Estado blandos que poco contribuyen a la construcción de ambientes de paz y de conversación respetuosa entre contendores, el Congreso tiene la obligación ética y moral de atender con preocupación lo que está pasando en el país alrededor de unos ejercicios periodísticos contaminados ideológicamente, que le apuntan a fracturar aún más a la sociedad y ambientar choques enmarcados en una lucha de clases.
La Cátedra de Paz se creó “con el fin de garantizar la creación y el fortalecimiento de una cultura de paz en Colombia”. Ya es tiempo que a ese loable objetivo le llegue el apoyo de la Cátedra de Análisis Crítico de Medios, pues ya hay suficientes evidencias y estudios que indican que desde los micrófonos y las rotativas se ambientan acciones políticas violentas que van en contravía de lo que se busca con la Cátedra de Paz.
La cátedra de Análisis Crítico se dictaría en colegios y universidades para analizar los contenidos de ciertos noticieros, diarios y revistas, de modo que los estudiantes comprendan los hechos en una dimensión descontaminada del pesimismo sobre la realidad nacional que hoy promueven esos medios.
Contar con audiencias informadas y capaces de analizar críticamente los hechos que a diario suceden en este país, es una forma de contrarrestar el poder de unos medios de comunicación convertidos en actores políticos, al servicio de agentes económicos de la sociedad civil a los que solo les interesa imponer sus lógicas, intereses y valores. Una sociedad más culta e inteligente se construye desde la crítica y la deconstrucción de las narrativas que impulsan los medios de comunicación masiva. El Congreso tiene la palabra, en particular los congresistas del Pacto Histórico.
@germanayalaosor
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