Por HERMANN SÁENZ PRIETO
José Fajardo llegó a Colombia a finales de 2015. Dejó atrás España y diez años de carrera como periodista cultural de El Mundo. Vino por amor a una mujer y con la idea de investigar sobre un pariente homónimo que décadas atrás había recorrido estas tierras y muerto de manera misteriosa. Era un excelente momento para ser periodista y estar donde se desarrollaba la noticia del momento: el proceso de paz entre las Farc y el Estado.
En septiembre de 2016 se llevó a cabo la Décima Conferencia Nacional Guerrillera en las sabanas del Yarí, al sur del país. Allá, en un encuentro que por su ambiente festivo fue bautizado como el Woodstock rebelde, conoció a un guerrillero que le impactó por su cresta mohicana y porque compartían el gusto por la música punk. El joven desertó antes de la firma del acuerdo de paz y tiempo después buscó a Fajardo, quien asumió la tarea de reconstruir la historia de este rebelde atípico. Un X al que la guerra le quitó todo: familia, novia, amigos, pasado, identidad. Fajardo nos cuenta sus impresiones sobre el proceso de paz y sobre X.
¿Cuándo conoció al guerrillero que en su libro se llama X?
Como tantos otros periodistas colombianos y extranjeros, en septiembre de 2016 fui a cubrir la Décima Conferencia de las Farc en las sabanas del Yarí. Allá conocí a X, un chico un poco más joven que yo, quien formaba parte de la guerrilla desde los 18 años. Empezamos a hablar porque ambos habíamos compartido afición por la música punk durante nuestra adolescencia. Su testimonio decía más sobre la vida en la guerrilla que los discursos encorsetados y a la defensiva del Secretariado. Poco a poco fuimos ganando confianza y un tiempo más adelante él me pidió que contara su historia, con la condición de que mantuviera su anonimato, por cuestiones de seguridad.
¿Cuáles son sus impresiones sobre esa Conferencia Nacional Guerrillera en las sabanas del Yarí que fue bautizada como el Woodstock rebelde?
Lo de Woodstock fue porque cada noche había trago y conciertos en un escenario como el de los grandes festivales de música. Al principio sentía que los periodistas íbamos a formar parte durante una semana de un evento histórico: “la guerrilla más poderosa y antigua del mundo” (como no dejaban de repetir los medios) iba a dejar las armas y apostar por formar un partido político en la legalidad. El problema del ego de los periodistas es que a veces creemos ser protagonistas cuando en realidad sólo somos espectadores. Con el paso de los días me fui desencantando: en realidad los líderes de las Farc ya habían tomado la decisión de dejar las armas. La conferencia no era más que un teatro: lo que de verdad importaba era mostrar un lado más humano frente a los periodistas, especialmente con los internacionales, para que su mensaje llegara al exterior. Fue su primer acto de campaña política.
¿Qué fue lo más duro que tuvo que enfrentar X como guerrillero?
Mientras los líderes de las Farc hablaban de paz en La Habana con los representantes del Gobierno de Juan Manuel Santos, en el terreno los muchachos anónimos de las bases guerrilleras -como fue el caso de X– seguían luchando contra el enemigo, ya fuera el Ejército o los grupos paramilitares. A él le tocó participar en combates. Sin embargo, su tstimonio muestra que cuando más sufrió fue al perder a una chica de la que se enamoró, además de su progresivo desencanto con los ideales que le habían impulsado a empuñar las armas para cambiar la sociedad.
¿Qué fue lo más duro que tuvo que enfrentar X al dejar la guerrilla?
La reincorporación a la sociedad no ha sido fácil para ninguno de los miembros que formaron parte de las bases guerrilleras. Mientras los líderes de las Farc se fueron a las ciudades con su propio equipo de seguridad para formar el partido político, ellos se quedaron olvidados en los campamentos para desmovilizados en las regiones. X se enfrenta a un doble estigma: el de haber pertenecido a la guerrilla y el de ser repudiado por la que fue su familia durante la guerra, pues antes del desarme ante Naciones Unidas decidió desertar, siendo considerado un traidor por las Farc. Aunque la verdad sea dicha, él no fue el único que desertó en ese tramo final del proceso de paz. Fueron muchos los que se cansaron de esperar y se volaron de la guerrilla antes de tiempo.
Por qué el libro X: el francotirador rebelde
Para mí es importante dar voz a los que no la tienen. En este caso, a esos muchachos anónimos como X que formaron parte de la guerra sin ganar nada a cambio. Si no logran reinsertarse en la sociedad, siempre tendrán la tentación de volver a las armas. Su testimonio habla de la crudeza de la guerra, pero también del lado humano. Me interesa reflexionar sobre el significado de palabras como víctima y verdugo. Y mostrar la riquísima gama de grises que hay en la sociedad colombiana entre los extremos blanco y negro que atizan la polarización y que por desgracia a veces son los únicos que tienen un altavoz.
En su posición de periodista y escritor, ¿cómo ve el posconflicto en Colombia?
Recuerdo que el abogado español de las Farc Enrique Santiago me dijo que tras dejar las armas las Farc nunca alcanzarían las cifras de disidencia de otros conflictos internos en el mundo, que suelen oscilar entre el 10 y el 20 por ciento. Pues bien, esas cifras ya se han superado en Colombia: en 2019 la agencia internacional Reuters reportaba en torno a un 30 por ciento de exguerrilleros que se habrían apuntado a la disidencia. Eso es peligroso, y la única forma de combatirlo es ofrecer un hueco en la sociedad para todos esos jóvenes (la mayoría de las bases de las Farc no superaban los 30 años en el Yarí) que le apostaron a la paz.
¿Cómo ve el futuro de Colombia?
Pese a los problemas por los que atraviesa el país y la dificultad de consolidar el proceso de paz (no hay que olvidar que el actual gobierno de Iván Duque centró su campaña presidencial en su oposición al acuerdo de Santos), creo que sopla un aire de cambio en Colombia. Cada vez hay más líderes sociales defendiendo en sus territorios los derechos de su comunidad. La desgracia es que los están matando. Además, hay una generación joven que ha crecido escuchando un nuevo mensaje en los medios, donde en lugar de guerra y violencia se ha empezado a hablar de paz y de esperanza. Esos jóvenes son los que están saliendo a marchar a las calles de todo el país para exigir un cambio. Mucha gente ha perdido el miedo.
¿En la actualidad a qué se dedica?
Antes de llegar a Colombia en 2015 como reportero del periódico español El Mundo había ejercido como periodista cultural durante una década en Madrid, a donde regresé a finales de 2018. Ahora vivo en España, donde sigo atento la actualidad política y social en Latinoamérica -especialmente la realidad colombiana-, escribo sobre cultura y además tengo un programa sobre música latina contemporánea en Radio Gladys Palmera. Me interesan los lazos culturales que surgen a partir de los flujos migratorios entre ambos lados del Atlántico.