Circula en redes sociales un video donde aparece el caballista, expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez montando un fino alazán, y Yerry Mina, jugador de la Selección Colombia. Allí se aprecia al caballista exhibiendo un dominio excepcional sobre el equino, pero también sobre el futbolista, cuya cabeza convierte en un eje para hacer girar al caballo en torno suyo. Mina mide 1.95 cm. (Ver video).
La imagen fue calificada como grotesca y esclavista por quienes la postearon en sus cuentas de X. Vamos por partes, como diría Jack el destripador. No es la primera vez que Uribe hace alarde de su capacidad para dominar bestias. Ya lo había hecho con «Jorgito», un trabajador de su finca El Ubérrimo al que sometió a la misma figura, diciéndole «estese quieto, Jorgito», mientras giraban caballo y jinete sobre el menudo cuerpo del empleado. «Jorgito» no debe medir más de 1.70. Muy seguramente Uribe Vélez aprovechó la visita de Mina a su enorme hacienda para «superar» lo hecho con su trabajador. Así suelen divertirse los caballistas.
La publicación del video -al parecer por parte del expresidente- es premeditada. Pese a su creciente imagen negativa por el lío judicial en el que se encuentra, Uribe sigue siendo una figura admirada por millones de colombianos, incluidos jugadores de fútbol, como el Tino Asprilla, James Rodríguez y ahora Yerry Mina. Por lo anterior, al expresidente le fascina que hablen de él. Su evidente narcisismo lo obliga a mantener su vigencia política (pública), así sea usando la positiva imagen que suelen tener entre los aficionados los jugadores del combinado nacional.
Ya expuesto el video, miles de tuiteros y aficionados al fútbol calificaron la imagen como esclavista y fustigaron a Yerry Mina por haberse prestado para que Uribe mostrara sus destrezas como jinete. La molestia de esos aficionados se expresa en esta frase: «negro inconsciente, ignorante y sometido a los deseos de su amo”. O un «esclavo domesticado», como calificó en su momento Francia Márquez al Tino Asprilla, exjugador de la Selección». Recordemos el origen del rifirrafe entre Márquez y Asprilla. El vallecaucano, también afrocolombiano como Yerry Mina, dijo en su cuenta de X que “Apoyar a Álvaro Uribe es un acto de responsabilidad social. Fue quien le devolvió la fe y la esperanza a un pueblo que estaba rodeado por la criminalidad. Guerrilleros y paramilitares fueron arrinconados luego de años de someter a Colombia».
A este choque de visiones se sumó el presidente Petro: «uno de los movimientos que más discriminación ha producido en el pueblo afrocolombiano, después de los esclavistas, es el uribismo”.
Tal vez los tuiteros y millones de colombianos esperan demasiado de los jugadores de la Selección. Algunos recordaron la claridad política de Mbappé y hasta se atrevieron a establecer diferencias entre Mina y el crac francés, por ser ambos afrodescendientes. Los contextos socioculturales en los que se levantaron el 10 del seleccionado francés y el defensa del combinado nacional son tan distintos que no caben comparaciones, en particular en lo que tiene que ver con aquello de la «conciencia de clase». Mbappé es hijo de padres inmigrantes, mientras que Mina es hijo de Guachené (Cauca), un territorio dominado por terratenientes de la caña de azúcar en el que, además de la pobreza económica, la cultural es la más evidente y dominante. No olvidemos que Uribe también es un terrateniente.
Mina tiene el derecho a reunirse con quien le dé la gana, y eso incluye prestarse para que el reconocido caballista se solace con su imagen. A lo mejor, Mina también gozó del momento con su ‘patrón’. Así como Asprilla tiene el derecho a admirar a quien desee.
A los miembros de los pueblos afro de Colombia no se les puede exigir que asuman luchas que no tienen para ellos ningún sentido. La esclavitud como sistema económico y de dominación étnica no tiene por qué ser una carga histórica, ético-política y moral para los afrocolombianos que han logrado salir adelante (conseguir plata, mas no conciencia de clase) gracias al fútbol.
Quizás para Asprilla y Mina una manera de enfrentar el racismo estructural sea acercarse a los poderosos, así estos sean o hayan sido agentes responsables de procesos de discriminación y racismo. Estar del lado de los «amos» es también una opción de vida.
Insisto en que los aficionados al fútbol caen en un error al exigirles a los jugadores de fútbol que asuman posturas políticas o identitarias contrarias a las formas de dominación hegemónicas en Colombia. Hace parte del fuero individual de Mina reunirse con el patán de marras.
@germanayalaosor