En columna exclusiva para El Unicornio y La Pluma del Gato, el excandidato a la gobernación de Santander y hoy aspirante al mismo cargo de elección popular, Emiro Arias Bueno, se pronunció en forma bastante crítica frente a la eventual alianza entre el “petrismo” y Rodolfo Hernández para convertir a Rodolfo Hernández en el próximo gobernador de este departamento.
Por EMIRO ARIAS BUENO
Escribo esta columna luego de un día muy movido en el ambiente político en Santander y el país. Todo por la filtración de un audio que le di como respuesta a un prestigioso abogado, militante de Colombia Humana, precandidato a la alcaldía de San Gil (Santander), quien a través de un audio de Whatsapp exigía un pronunciamiento sobre mis aspiraciones electorales este año en nuestro departamento.
Le respondí al doctor Antonio Gutiérrez que quienes debían definir los respaldos a candidaturas a gobernación eran ellos, pues en conversación sostenida quince días atrás con Rodolfo Hernández y solicitada por mí, me había manifestado que habían acordado con el “petrismo”, que él, -Rodolfo- sería el candidato a la gobernación y que me sugería hablar con el jefe de un partido para que yo aspirara a la alcaldía de Bucaramanga.
Le agradecí a Rodolfo la deferencia de recibirme en su oficina, pero le manifesté que me negaba a tener que buscar a un partido o un dirigente a ver si me daban permiso de ser candidato. Hoy confieso que salí de esa reunión desconcertado, observando escasas posibilidades de aspirar a uno de los dos cargos que he contemplado, especialmente el de la gobernación.
He explorado en los últimos quince días el panorama regional y he llegado a la conclusión de que en lugar de avanzar en los aspectos democráticos en materia electoral, estamos ante un retroceso impresionante e inaudito, que nos acerca décadas atrás a la vieja usanza del gamonalismo de los actores políticos, quienes de manera pragmática definen candidaturas a dedo, sin consultar a nadie e imponiendo al arbitrio del jefe político sus pupilos, a los diferentes cargos de elección popular.
No acepto, ni aceptaré en un momento tan trascendental para Santander este tipo de imposiciones o de alianzas “programáticas”, esos acuerdos por debajo de cuerda, esas coaliciones donde se reparten el gabinete y por ende el presupuesto. De suficientes actos bochornosos hemos sido testigos la mayoría de santandereanos durante las últimas décadas: el afianzamiento de los clanes y de los grupos políticos que se consolidan alzándose con gruesas sumas de dinero, partiendo de un escenario donde el clientelismo, madre de la corrupción, ha establecido unos patrones y unas lógicas amañadas que debemos desterrar.
Permitirme entonces como actor político transitar por esos caminos, es ir rumbo a la incoherencia, a la decepción, a sumarme en la historia como uno más de esos que en el discurso lo daban todo por los ciudadanos, pero en la práctica sucumbieron a los encantos del “éxito” político, esos que aplican la máxima según la cual hay que ganar no importa cómo ni a qué precio, lo importante es ganar. ¡Y yo no le “jalo” a eso!
Me niego a la lógica corrupta de acumular poder político y económico para constituirme así en el nuevo “capo” de las votaciones, por donde se supone que la democracia debe transitar de manera obligatoria. Tal vez esta posición firme y honesta no me permita ganar nuevamente, pero no me avergüenza. Tampoco me amilana en el anhelo de construir una democracia sólida, donde sea el ciudadano y no el partido o el gamonal dueño de los votos el factor decisorio de los destinos de miles de santandereanos que reclamamos agua potable, vías, empleo y productividad para un departamento y unas ciudades seguras y en paz.
Insistiré hasta el cansancio, si es necesario, en que las cosas deben ser así: con la gente. El acuerdo, repito, debe ser con la gente. Cualquier acuerdo posible será con ellos, con los miles de ciudadanos y empresarios a quienes han aislado de los escenarios políticos, con los jóvenes que no tienen acceso a la educación pública superior, con las personas que padecen la precariedad de unas vías intransitables, con los campesinos cada vez más empobrecidos, con los deportistas, para que puedan tener al menos una oportunidad en su vida de derrumbar las barreras de la desigualdad.
En síntesis, con todos aquellos y aquellas que como ciudadanos de conciencia libre constituyamos la Fuerza Ciudadana requerida para asumir un escenario de unidad, donde quepan todos los sectores indignados por las prácticas politiqueras, apuntando entusiastas hacia la meta de consolidar una gran región, un gran departamento y una gran ciudad.
Emiro Arias Bueno – Economista, Magister en Ciencia Política