Por PUNO ARDILA
Así me respondió Gregorio Montebell (“yo sí defiendo a Duque”) cuando le pedí su opinión sobre la baja popularidad del presentador de televisión con más presencia hoy en Colombia. Mucho más que el don Francisco en sus mejores tiempos; muchísimo más que el inigualable e inolvidable Pacheco; como dos o tres veces Maduro y Chávez juntos. «Él está ahí para hacer lo que le mandaron hacer –me dijo el ilustre profesor–, y obediente sí que es, porque su adiestrador puso especial cuidado en él, puesto que el encargo que se le iba a dar es delicado. Tal vez no haga la tarea completa, porque no es hábil, pero es que hay mucho por hacer; y al pobre no le alcanza el tiempo para cumplirle al pie de la letra a todo.
“El muchacho es poco hábil, y –sí– en realidad no es muy inteligente; eso no puede negarse. Pero no me diga usted que la tarea no la lleva al hilo; claro, apoyado por un equipo importante, que le sopla, que lo conduce, que le indica, que le redacta, que le dice cómo posar… y así; pero él también pone de su parte. Vea que, por ejemplo, sus respuestas a las preguntas de periodistas tienen toda la seguridad; pueda que no diga nada cuando habla, pero el chino es muy seguro.
“Yo recuerdo que en campaña les daban un tiempo preciso para responder a preguntas complejas, y él soltaba un chorro de palabras, que ni el mejor orador, y terminaba exactamente en el tiempo límite, sin una muletilla. Cualquiera diría, entonces, que tenía aprendida de memoria la recitación para cualquiera de las preguntas; y, si así fuera, eso quiere decir que ha estado haciendo la tarea. Y fíjese usted que ahora en las entrevistas –pregrabadas; tampoco se arriesga tanto– él responde a las preguntas con datos precisos y con mucha seguridad. Claro, cuando lo pillan por ahí desprevenido, sin su jauría de “asesores”, ha tenido que esquivar con un “¿de qué me hablas, viejo?”; pero es solo cuando le caen de sorpresa.
“Él tiene algunas habilidades con las que chicanea, y pueden servirle mucho en su programa, ahora que ya tiene asegurada la franja triple A: baila, come, hace cabecitas, toca guitarra… Aunque con ese cuento de la guitarra no ha pasado de ser un engaña pendejos, porque no sale de dos tonalidades y un rasgueíto elemental; pero eso no quiere decir que no pueda llegar a ser como Jimmy Salcedo, que las tocaba todas.
“Claro, algunos de sus compañeros de equipo (o de banda; yo qué sé) están inconformes con él, porque no han podido sacarle más provecho a la situación. Pero si todos van a ser tan “agalludos” como Luis Carlos Sarmiento Angulo, ¡pues tampoco!; porque no creo que exista erario ni tesoro nacional que dé para tanto corsario. Eso sí, de continuar todos estos ahí, le garantizo que no van a desocupar la mediagua sino cuando le hayan esquilmado a la hacienda el último recurso de la última gota de sangre: cuando hayan vaciado las arcas, y sus fuentes estén secas por completo, entonces sí se irán.
“Algo sí puedo decirle, y es que el pobre chino no es tan culpable como los otros integrantes de su equipo. Como le repito, él es muy bueno para cumplir órdenes, y su jefecito lo ha mantenido al hilo; lo que pasa es que la epidemia esta lo tiene aislado del tutor, y, a distancia, al jefe se le salen algunas cosas de la mano.
“Y, lo más importante de todo, y de eso sí que estoy seguro, es que él lo único que hace motu proprio es su espacio de televisión, porque todo lo demás se lo programan, se lo preparan, se lo dictan. Le juro que este chino ni siquiera sabe con certeza qué está pasando en este país. Él tiene incluso hasta quién reparte órdenes a los duros: su “jefa de gabinete”, una muchacha jodida, con más poder que él mismo, que con un cargo antes inexistente se ocupa de repartir las órdenes que vienen de las pesebreras, a nombre –por supuesto– de su gran jefe Pluma Blanca, desde los terrenos que recorre en alguno de sus hermosos corceles”.
(Ampliado de Vanguardia)
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